A veces creemos que hemos fallado…
porque lo intentamos una vez y no funcionó.
Pero eso no es fracasar.
Eso es apenas empezar.
Fracasar es rendirse antes de tiempo.
Es dejar que una piedra en el camino nos convenza de que no vale la pena.
Es apagar el fuego interior solo porque un día llovió.
La verdad es que nada grande se construye en un solo intento.
Lo que realmente marca la diferencia es la constancia, esa fuerza silenciosa que separa a los soñadores de quienes dejan huella.
Porque mientras algunos se cansan de empezar de nuevo,
otros hacen del comienzo su hábito, su forma de avanzar.
Y aunque no siempre se nota ni se aplaude, seguir adelante es un acto de fe.
Ser constante no siempre se siente mágico,
pero es, sin duda, lo más parecido a crear magia con las propias manos.